Crónicas de Asia II
Acerca de la estadía en Malasia, del lenguaje esencial adquirido, y de algunas excentricidades varias.
Ya en Kuala Lumpur, las cosas se fueron dando mucho mejor de lo previstas: buen hotel, buena comida, bus con aire acondicionado, y finalmente mi posición de casi- única-mujer- y única representante de su país y además la más joven (sí, hartos títulos), me otorgó el rango oficial de “mascota”, adoptada por los 3 países, regaloneos, atenciones y cuidados varios de parte de todos, que terminaron por quitar cualquier residuo de estrés acumulado en el viaje.
La primera experiencia fue la comida, y debido a que mucha gente lo primero que preguntó fue :”Comiste cosas raras tipo culebras,sesos de mono, insectos o ratones?”, quiero aclarar que no comí ninguna de esas cosas raras que todos se imaginan de Asia, y que en la única parte que el mito se vuelve realidad, es en China o la India, pero aquí no. Sin embargo, ocurrió un proceso de maduración que consistió en lo siguiente: llegué emocionada, con ganas de probarlo todo, mientras más raro mejor, y cuando en el buffet de DESAYUNO, encontré bandejas con pollo al curry, arroz, fideos chinos y sopas, no dudé en servirme cantidades industriales de todo, y cuando al almuerzo nos dieron calamares con chiles enteros cortados en rodaja, y en la noche comimos más pollo, más arroz, todo con mucho chile, yo sólo me entusiasmé más, y pedí cañerías enteras de agua para amortiguar el picante y seguir comiendo sin recelo. Idem el segundo día. Pero el tercer día, comenzaron las visitas a las fábricas de chocolate, y al desayuno, almuerzo y cena, se sumaron las “recepciones” de las empresas, dos al día, que consistían en más pollo y más arroz, y más calamares, siempre con mucho chile, curry y especias varias, y entonces, con 5 comidas diarias, la entusiasta delegación comenzó a guatear. A finales del tercer día, yo sentía que mi estómago y piel hervían a chorro, y tuve que recurrir a cremas antialérgicas y buscapina, y el pollo se convirtió en una pesadilla viviente que continuó apareciendo durante los restantes 5 días. Más aún cuando algún tarado lo asoció a la gripe avear.
En cuanto al idioma, se comprobó mi facilidad con las lenguas extrañas, ya que al cabo del tercer día yo ya hablaba perfectamente el malayo, sin necesidad de alcohol. Y digo “perfectamente”, porque en país ajeno, sólo se necesitan las siguientes palabras para sobrevivir:
- TANDAS: baño
- WANITA: mujer
- WANITA WANITA: muchas mujeres
- AWAS!: peligro
- LELAKI: hombre
- KACAK: mino
En consecuencia:
- TANDAS WANITA!!: Baño de minas urgente!
- AWAS AWAS!!: Avíspate rehueón!
- LELAKI KACAK: Carrete asegurado
Las demás cosas pueden pedirse con señales, gestos, manos, pictogramas…o en inglés.
Y entre las excentriciades varias del país, encontramos:
1.- Gente que en vez de echar a los perros de su jardín, tiene que echar/sacar, a los monos o a las cobras.
2.- Dada la afición nacional a las comidas, el ministro de Turismo, aseguró por televisión, que para traer más turistas a Malasia, hay que tener más comida (¿!)
3.- Me saqué fotos con una pitón dulcemente enrollada en mi cuello y brazos, pero casi me desmayé cuando conocí los ciempiés malayos.