martes, marzo 14, 2006

Crónicas de Asia II


Acerca de la estadía en Malasia, del lenguaje esencial adquirido, y de algunas excentricidades varias.

Ya en Kuala Lumpur, las cosas se fueron dando mucho mejor de lo previstas: buen hotel, buena comida, bus con aire acondicionado, y finalmente mi posición de casi- única-mujer- y única representante de su país y además la más joven (sí, hartos títulos), me otorgó el rango oficial de “mascota”, adoptada por los 3 países, regaloneos, atenciones y cuidados varios de parte de todos, que terminaron por quitar cualquier residuo de estrés acumulado en el viaje.

La primera experiencia fue la comida, y debido a que mucha gente lo primero que preguntó fue :”Comiste cosas raras tipo culebras,sesos de mono, insectos o ratones?”, quiero aclarar que no comí ninguna de esas cosas raras que todos se imaginan de Asia, y que en la única parte que el mito se vuelve realidad, es en China o la India, pero aquí no. Sin embargo, ocurrió un proceso de maduración que consistió en lo siguiente: llegué emocionada, con ganas de probarlo todo, mientras más raro mejor, y cuando en el buffet de DESAYUNO, encontré bandejas con pollo al curry, arroz, fideos chinos y sopas, no dudé en servirme cantidades industriales de todo, y cuando al almuerzo nos dieron calamares con chiles enteros cortados en rodaja, y en la noche comimos más pollo, más arroz, todo con mucho chile, yo sólo me entusiasmé más, y pedí cañerías enteras de agua para amortiguar el picante y seguir comiendo sin recelo. Idem el segundo día. Pero el tercer día, comenzaron las visitas a las fábricas de chocolate, y al desayuno, almuerzo y cena, se sumaron las “recepciones” de las empresas, dos al día, que consistían en más pollo y más arroz, y más calamares, siempre con mucho chile, curry y especias varias, y entonces, con 5 comidas diarias, la entusiasta delegación comenzó a guatear. A finales del tercer día, yo sentía que mi estómago y piel hervían a chorro, y tuve que recurrir a cremas antialérgicas y buscapina, y el pollo se convirtió en una pesadilla viviente que continuó apareciendo durante los restantes 5 días. Más aún cuando algún tarado lo asoció a la gripe avear.

En cuanto al idioma, se comprobó mi facilidad con las lenguas extrañas, ya que al cabo del tercer día yo ya hablaba perfectamente el malayo, sin necesidad de alcohol. Y digo “perfectamente”, porque en país ajeno, sólo se necesitan las siguientes palabras para sobrevivir:

- TANDAS: baño
- WANITA: mujer
- WANITA WANITA: muchas mujeres
- AWAS!: peligro
- LELAKI: hombre
- KACAK: mino

En consecuencia:
- TANDAS WANITA!!: Baño de minas urgente!
- AWAS AWAS!!: Avíspate rehueón!
- LELAKI KACAK: Carrete asegurado

Las demás cosas pueden pedirse con señales, gestos, manos, pictogramas…o en inglés.

Y entre las excentriciades varias del país, encontramos:
1.- Gente que en vez de echar a los perros de su jardín, tiene que echar/sacar, a los monos o a las cobras.
2.- Dada la afición nacional a las comidas, el ministro de Turismo, aseguró por televisión, que para traer más turistas a Malasia, hay que tener más comida (¿!)
3.- Me saqué fotos con una pitón dulcemente enrollada en mi cuello y brazos, pero casi me desmayé cuando conocí los ciempiés malayos.

miércoles, febrero 08, 2006

Crónicas de Asia I


La verdadera historia oculta de porque llegué a estos lejanos países conocidos sólo en los bordes de los mapas, y detalles de la partida.

Voy a hacerla corta: en Mayo del año pasado, vino una delegación de productores y procesadores de cacao de Malasia a conocer el mercado chileno. Nos llamaron de la embajada para hacerles una visita por nuestra humilde fábrica de chocolates (entre otras) y luego regresaron a su respectivo país. En Septiembre llamaron de la embajada otra vez.
-Señorita S.B?
- Sí
- Queríamos invitarla a un seminario sobre el cacao, a realizarse en Malasia, en Enero 2006
- Ah…ehm…claro…y esto tendría un valor de …? (Yo sacaba la cuenta entre los $$$ del pasaje, la estadía , la entrada al seminario)
- No. Usted no me ha comprendido. La estamos INVITANDO. Pasaje, estadía, traslados y comida, corren por cuenta de nosotros.

No le creí. Honestamente, nunca le creí. Le dije que sí a todo, llené los formularios, pero nunca le creí. Hasta que en Diciembre, durante un convulsivo día cercano a Navidad, llegó un sobre con mi pasaje. Y recién entonces, toda esa nebulosa de “realmente iré a Malasia invitada?”, se convirtió en una rotunda verdad. Y por esos mismos días, cayó en mis manos un especial de “Mochileo en Asia” y me obsesioné tanto con la idea de un Vietnam selvático, misterioso y atrasado, que decidí extender mi estadía en dicho país.

Y así fue como antes de que pudiera realmente comprender lo que me estaba pasando, ya estaba despegando en un superavión de 2 pisos, ultralleno, y durante 30 horas surrealistas, ví salir el sol varias veces, tomamos desayuno a las 2 de la mañana y nos dieron almuerzo al anochecer, porque toda esta cuestión del cambio de horario es tremenda y confusa. Sólo entonces me desorienté y me estresé. A pesar de haber partido tranquila a Chile, una semana soportando los encargos del padre (y no olvides de traer varios frutos de cacao, y de aprender las variedades, y de fotografiar todo, entiendes? TODO), los consejos y temores de la madre ( Estás segura que Vietnam es tu destino? Es que la guerra Samy, ese es un país de guerra! Y no hables con extraños, ni aceptes cosas en los aeropuertos. Y llama para que sepamos si estás viva), la sorpresiva y agitada visita de de 5 parientes italianos (el batallón completo), los carretes de despedida de última hora, me estresaron por completo, y aterricé en Malasia totalmente desorientada. Más aún cuando supe que TODA la delegación chilena se había echado para atrás a última hora con la ridícula excusa de las elecciones, y por lo tanto, el grupo internacional quedó compuesto de 3 mexicanos que sólo planeaban como quebrar todas las reglas (véanse los próximos capítulos),dos argentinos que llegaron echando su talla canchera (no faltaba más) “Es que sabés vos cual es el verdadero castechano?El que se habla en Argentina, che!”, 6 brasileros achoclonados igual que si fueran al estadio (y en ese grupo por fin había uno joven y “agradable a la vista”, y una chilena: yo. Y obviamente, la más pendeja. Y para mi desconsuelo, sólo había una mujer más y pertenecía a la patota brasilera.

jueves, diciembre 22, 2005

La mala canción


Prefiero pensar que es el fin de año. Prefiero pensar que fue una canción barata escuchada en un mal momento. Prefiero trabajar 26 horas diarias porque los computadores, las oficinas, las burocracias y sus papeles, no son, ni nunca pretendieron ser más que eso. Prefiero creer en todas las cosas muertas que no pretenden , ni cambian, ni se echan a perder justo cuando mejor se ven. Pensar que soy yo, y que al fin de cuentas, después de tanto tiempo, más valen malos conocidos que buenos por conocer. Porque los buenos tampoco existen. No en estos cuentos. Ni en las fábulas de minutos. Prefiero creer que la literatura surrealista, no tiene ningún significado y que sus íconos sólo funcionan en la lógica de los locos. Prefiero no creer en nada, justo cuando estaba creyendo en todo. Y volver al mismo sitio, y repasar las mismas letras. Repetir una y otra vez, cantar la misma canción, (how much you hate it!), no entender, no pensar, no volver, no culpar, no ver, no estar, no pretender, no esperar, no escuchar y no ser.