miércoles, noviembre 16, 2005

La encomienda


Hace algún tiempo me llegó una notificación de Correos de Chile. Decía que había llegado una encomienda y tenía que ir a buscarla personalmente. Partí altiro, el paso cada vez más rápido, pensando que podía ser tan importante que lo mandaran con notificación. Durante las 3 cuadras que existen de mi casa al correo más cercano, trataba de adivinar la procedencia, el remitente. No conozco mucha gente afuera del país, y los que conozco me mandan cosas por carta a mi casa. Empecé a descartar personas. Y cada vez más cerca del Correo...empecé a elaborar hipótesis, a imaginar que vendría dentro del paquete, de que tamaño sería, y luego esfuerzos por buscar una pista...en la expectativa de la noticia traté de recordar si había participado en algún concurso recientemente: “Felicidades, ud. ganó el primer lugar en el concurso Maggi y le estamos enviando un completo juego de ollas”. Desagradable regalo, pero con la emoción implícita de haberse ganado el primer lugar en algo. Pero lamentablemente nunca participo en los concursos. A menos que alguien me hubiese inscrito en algo por internet, dudosamente podía estar recibiendo un premio. Pensé en mi familia italiana pero tampoco encontré una respuesta convincente. Si bien era más probable que un concurso anónimo, nunca mandan paquetes, sólo cartas. Los paquetes los traen ellos mismos cuando vienen, y eso será en apenas dos meses más.

Me gustó la idea de un admirador secreto. “Su paquete viene sin remitente señorita...” Y adentro del paquete la típica caja de chocolates de algún despistado que no sabe que trabajo en el rubro. Y luego alguna llamada de número no identificado y una voz diciendo “Te gustó lo que te mandé? Te veo todos los días cuando caminas al trabajo, y...y...” Bah. Mucho Hollywood, , mucho surrealismo, mucho leer el Blog de Aelete (jajaja). Y cada vez más cerca del Correo.... Entonces cuando la emoción culminó con las más descabechadas versiones sobre la procedencia/ contenido del paquete, vino la “desilusión anticipada”.
“Su nombre me dijo? Lo siento, la secretaria se equivocó de código, no es un paquete sino una carta certificada del Banco.” Glup. No me gustó pensar eso, pero era una alta probabilidad después de descartar las otras opciones. (A menos de una cuadra del Correo...!) Entonces por primera vez en el trayecto, percibí más la realidad que el futuro, la adrenalina que de a poco había ido subiendo al compás de pensamientos totalmente sin sentido pero que me habían dado un regalo...si! ese era el verdadero regalo... más allá del contenido, era el hecho de , de poder...

Casi choqué con la puerta del Correo, entré de un portazo, y antes de que el recepcionista alcanzara a decir “Buenas Tar...” me abalancé con mi papeleta estirada. A mis ojos, saltó a la vista un enorme paquete azul con una cinta dorada, rodeado de pequeños paquetes blancos o cafés sin ninguna importancia. El tipo empezó a mirar códigos y yo sólo pensando: “el azul...escoge el paquete azul!!!” Dio varias vueltas, revisó nuevamente la papeleta y finalmente tomó en sus manos el codiciado paquete azul. Venía hacia mí, cuando paró en un escritorio a llenar unos datos. Al fin después de una eterna espera, podía comprobar que al menos la hipótesis de la carta de Banco no era cierta. Y a pesar de que tampoco pude abrirlo ahí mismo porque no había donde apoyarse, encontré las conocidas letras de mi tía italiana, y más tarde un bolso y collar preciosos con un recontrarequeteatrasadísimo saludo de cumpleaños. Pero todavía estaba emocionada. Un simple papel me hizo correr durante 3 cuadras y sobre todo: creer. Porque es finalmente el punto de toda esta larga historia: buscamos razones para creer. Las vemos y las vivimos en contra de cualquier evidencia real. En un entorno cambiante, entre gente cambiante buscamos algo seguro a que agarrarnos, y ese algo sólo está en nuestra mente. Es por un lado, un alivio saber que las cosas existen mientras creemos en ellas. Y muchas veces sabemos que son mentira, que lo fueron desde un principio, pero les seguimos creyendo porque es menos malo que no creer en nada. Y porque es más fácil también. Y porque sin eso, no podríamos hacer nada con pasión, sólo por hacerlo, sólo por sentirlo, sólo por creerlo, sin porques ni fundamentos, sin explicaciones, sólo porque algo existe en cierto momento, y existe sólo para nosotros, pero es, después de todo, lo que nos mantiene vivos.

5 Comments:

At 7:10 p. m., Blogger Aelete said...

"mucho leer el blog de Aelete" jajaja, por lo menos que sirva de algo =p

Lo mejor de creer en algo (o en alguien) es qye te responde tantas cosas...

Besos amiga, y juntémonos uno de estos días.

 
At 7:55 p. m., Anonymous Anónimo said...

Excelente!

Me gusta ese camino en el cual uno imagino tantas cosas, como que existe un espacio en el somos una unión perfecta sujeto objeto.

Saludos

 
At 7:04 p. m., Blogger maida said...

q wena, jajajja... como q a todos siempre nos gusta creer en q esas historias de cuentos son realidad o mejor aún, nos pasan a nosotros mismos...

un abrazo

 
At 11:42 a. m., Blogger kalima said...

hace tiempo que quería escribir algo, epro no tenía muchos ánimos.
En fin...que lindo post, a mi me gustaría que me mandaran cosas por correo :(

 
At 7:54 p. m., Blogger ciudadano intermitente said...

buscamos razones para creer.

por eso, un dia nos sobran razones para no olvidar.

 

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